miércoles, 21 de mayo de 2014

Encontrar el Norte



Me sorprendieron las montañas y la fuerza del verde. Los ruidos de pájaros, animales e insectos que nunca había escuchado. En el silencio norteño y la tarde con modorra, ellos también conversan. Se cuentan las historias de allá abajo, celebran la lluvia de enero y se ríen de la torpeza humana. Por momento sus voces son tan fuertes que ensordecen, pero de a poco vuelven a los susurros y se aquietan. En ese ir y venir de música leo y descanso el cuerpo, la mente y el alma. Sigo descubriendo, encontrando y destapando. Me reconozco mansa y silenciosa. Sólo hace falta frenar y escuchar. Se. A más de mil kilómetros lo logro. Todo parece postergable, nada contrae la panza o aprieta las mandíbulas. En el regreso, cada kilómetro que me acerco, empiezo a ensordecer con otros ruidos muy distintos a los pájaros, insectos y voces de niños. El desafío: frenar y escucharse en la locura también. No creo que sea imposible. Tengo fe.