martes, 23 de noviembre de 2010

No sos vos... ¡soy yo!



No es que no me conozca, pero cada tanto me olvido de pasar tiempo de calidad conmigo misma. Por eso, a veces, mientras estoy sumergida en las hojas del libro de turno, freno y me saludo. Me reconozco con alegría y hasta me digo cuánto me extrañaba. Es que cada tanto, una vocación que se tradujo en una rutina hace que me olvide de que estuve todo el tiempo, cada segundo de cada minuto, conmigo misma. Con la única compañía con la que nací y con la que voy a morir el mismo día: yo.
Por eso, hoy que los días me sorprenden más silenciosa y libre de tiempos te dedico, querida yo, una caminata, una canción, un libro, un plato rico, una charla con amigas. Todo lo que antes era para otro, hoy es para mí. Te escribo para decirte cuánto valoro tu compañía. Aunque a veces me asusta que nos quedemos solas, te descubro, te observo, te abrazo y te digo: “¡Hola! Sos yo, te extrañaba”.