sábado, 11 de diciembre de 2010

Cajoneando



La mano se enrojece con pasión. Golpea contra la madera con la fuerza capaz de crear ritmo, melodía y canción. En lo que parece un ritual ancestral las manos piden lo que el corazón no es capaz de verbalizar. Es una plegaria de graves y agudos. Chasquidos y golpes se preguntan y se responden con la naturalidad que sabe crear la música.
Sólo manos y madera. Tan humilde es este juego que no necesita nada más. Así de sencilla es la creación. Aprendo de la pequeñez de los momentos felices y me abstraigo.
No puedo pensar en nada más. Me imagino que así debe ser la meditación, un momento donde la mente se pone en pausa y, como espectadores de nuestro propio cuerpo, nos dejamos llevar. Entonces obedezco a mis manos y sus ganas de bailar eufóricamente al ritmo de mi música. La fiesta comienza.

martes, 23 de noviembre de 2010

No sos vos... ¡soy yo!



No es que no me conozca, pero cada tanto me olvido de pasar tiempo de calidad conmigo misma. Por eso, a veces, mientras estoy sumergida en las hojas del libro de turno, freno y me saludo. Me reconozco con alegría y hasta me digo cuánto me extrañaba. Es que cada tanto, una vocación que se tradujo en una rutina hace que me olvide de que estuve todo el tiempo, cada segundo de cada minuto, conmigo misma. Con la única compañía con la que nací y con la que voy a morir el mismo día: yo.
Por eso, hoy que los días me sorprenden más silenciosa y libre de tiempos te dedico, querida yo, una caminata, una canción, un libro, un plato rico, una charla con amigas. Todo lo que antes era para otro, hoy es para mí. Te escribo para decirte cuánto valoro tu compañía. Aunque a veces me asusta que nos quedemos solas, te descubro, te observo, te abrazo y te digo: “¡Hola! Sos yo, te extrañaba”.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Agua

Los días de lluvia la predisponen distinto a la cotidianeidad de los jueves. Paraguas en mano, empieza el día sintiendose más creatura que nunca. El cielo ruge, el agua golpea contra el paraguas casi como una percusión, los cadáveres de alambres y tela que alguna vez repararon a alguien, ahora son parte de la basura urbana. "Lo barato sale caro" a la orden del día. El viento le da vueltas alrededor intentando remontarla como un barrilete, y en ese intento pierde el pañuelo que le abrazaba la garganta. Intenta alcanzarlo con las manos repletas de cosas, pero finalmente lo pierde.
Sigue su camino con un sentimiento de derrota en el cuerpo y el alma, y se cruza con un grupo de extranjeros que se disponían a recorrer Buenos Aires demasiado ligeros de ropa para los pocos grados que congelan a la ciudad. Ella les pide perdón por la hostilidad porteña de ese día y les regala la última sonrisa que quedaba entre las caras empapadas. 
No llores Buenos Aires. Ni por mi ni por nadie. No vale la pena. Yo prometo no llorar aunque el día me pegue al piso mojado.
Su pañuelo blanco se hace uno con el agua y baila en un charco, lejos de ella, celebrando la lluvia que lo liberó.

lunes, 16 de agosto de 2010

4 acordes y ninguna canción


Tengo cuatro acordes en una guitarra que quieren hablar de vos. Todavía no saben bien cómo pero intuyo que falta poco para que lo descubran. Se repiten, se perfeccionan. Como yo, ellos también te quieren cantar.
Tengo cuatro acordes en una guitarra que no saben nada de amor pero lo describen a la perfección. Graves, agudos y disonantes se mezclan para contar una historia que no se cuenta dos veces igual. Hay un dejo de Heráclito en mi guitarra, su lema me persigue y yo me dejo alcanzar.
¡Qué difícil hablar de vos con música! Pero si estos cuatro acordes insisten, entonces voy a tener que cantarte esta canción que todavía no me llegó pero que se viene gestando desde hace años, palabras, caricias y juegos.

viernes, 6 de agosto de 2010

C'est fini


Fin. C'est fini. Eso es todo.¿Así no más? Sin anestesia de ningun tipo, sin aviso, sin dejarme elegir cómo prefería hacerlo diste por terminado lo nuestro. Justo cuando yo lograba desentrañar tu misterio. Justo cuando empezaba a entender tu mundo y hacerlo mío. Ahí mismo decidiste que ya era suficiente. Quizás te quedaste sin palabras o probablemente nunca fuiste conciente de cuánto me estaba enamorando de tu historia y, por eso, pensaste que no me iba a doler como me dolió.
Ahora no puedo pensar en otro. Necesito hacer el duelo. Sacarme la bronca y aceptar (y esto es lo más dificil) que ya no voy a ser parte de tu vida. Que lo que aprendí de vos quedará archivado para siempre en la historia. Juntando polvo.
Me lo imaginé distinto, para qué te voy a mentir, pero claramente no estaba preparada para esto. ¿Habré sido una más de las tantas que se infiltraron en tu historia? Sea como sea, me sentí parte, lo disfruté y eso hace más terrible el fin. Con confianza me sumo al cliché que dice: "Odio las despedidas".

Siempre me costó terminar un libro.

martes, 13 de julio de 2010

Una vuelta y todo cambia


A primera vista: un jardín geométrico con flores rosas, violetas y verdes. Sí, en este jardín las flores también pueden ser verdes. De a poquito caen los pétalos y un otoño impensado desnuda el jardín. Todo cae para dar lugar ahora a una orquesta. Instrumentos de mil tamaños y colores que nunca vi antes, pero melodías que reconozco de mi infancia o de alguna ajena. Bailo y canto al ritmo, despreocupadamente. Hasta que (creo que esta vez fue un viento fuerte del Este) obliga a los músicos y la música a huir despavoridos. Se rompen los vidrios, las maderas se chocan y todos desparecen. Sin embargo no estoy sola; lentos, casi de puntitas, llegan los pececitos de colores nadando. El mar es rosa, pero para ellos y para mí es lo mismo, porque se siente igual de libre y refrescante. Hacen figuras, se esconden, se escapan, van y vienen en una coreografía de escamas y burbujas. Pero dura poco. Ahora no sé bien qué, como si alguien fuera dueño de ese mundo, todo gira despacio hacia la izquierda y cae. Ya no es lo que era. ¿Pero qué viene ahora? ¿Qué sigue?

Un caleidoscopio que admiro pero no comprendo cómo funciona me enseñó que los espejitos de colores duran poco en su lugar y con el más mínimo movimiento cambian la escena. Pero no es el fin, es el comienzo de muchas historias por contar.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Depende del cristal con que se lo mire


Silencioso, casi imperceptible se acomoda los anteojos como cada mañana. Su dedo índice empuja levemente el marco, pasa la montañita tan característica de su nariz y automáticamente todo deja de ser un gran manchón borroso para él. Ceba mate mientras el mundo murmura a sus espaldas desde una vieja radio, y espera. No sé muy bien qué. Su mansedumbre desafina en la melodía del tren, los pasos, los reproches, las monedas, la música latosa y el chirrido de una rueda sin aceitar. Basta mirarlo para saber que en su mundo un minuto es una eternidad bien aprovechada. Nada lo corre. Quizás porque algo ya lo corrió, ya lo alcanzó, ya lo liberó. Basta mirarlo para sentirse un aprendiz, un pichón de la vida.

Desde un banco que podría contar su propia historia, lee, escucha, intercambia sonrisas de las de antes, el señor de los anteojos gruesos que suben y bajan al ritmo de su propia música.

martes, 16 de marzo de 2010

Miedo a pensar


Hay cosas que cuando las pienso, se me oprime un poco el pecho y la respiración se me entrecorta. Son esos temas gigantes a los que les paso por el borde, rápido, sin detenerme. Bajo la mirada inquisidora y burlona de un psicólogo sería evidente la palabra “negación”. En mi humilde visión subjetiva e intuitiva digo que se trata de lo contrario, justamente. Cuando me doy cuenta de lo insignificante, irrelevante y reemplazable que soy en el mundo es cuando me paralizo. No lo niego, lo miro pero me asusta lo que veo. ¡Maldita herencia humana de querer subsistir y perdurar en el tiempo! Definitivamente está grabada en mis genes.

Desaparecer. Todo encuentra sentido en una mirada religiosa y espiritual pero poco comprobable para mi razón hambrienta. Desaparecer. Suena desesperante. La nada. No la conozco ni la imagino. Reencuentros. ¿Cómo vas a reconocerme después de qué se yo cuantos años? Desaparecer de lo conocido. Flotar. De nuevo el gigante pisándome el pecho. Basta por hoy.

viernes, 12 de marzo de 2010

Mariposas


Con el viento húmedo y las nubes grises llegó el presagio de lo que sería el año de las mariposas. Aunque todo parecía cotidiano y conocido, las hojas formaban remolinos en el aire y en cada esquina se escondía un secreto ancestral. Llevaba años creciendo, quieta y misteriosa, preparándose para lo que vendría. Y lo que esperaba con tantas ansias llegó cuando más distraída estaba… ya era hora. Todo estaba dado. Los faroles despedían la noche y se apagaban con los primeros rayos de sol, las cortinas se subían, buenos días de ida y vuelta, párpados hinchados y bostezos de a montones. Las mariposas comenzaron a revolotear desordenadas, y en una lluvia de colores y aleteos descubrió que era un comienzo, un nuevo día especial y distinto a los demás. El año de las mariposas sería un gran año.

lunes, 1 de marzo de 2010

Shhh


Te prefiero un poco más sonriente. Te prefiero con la frente estirada y la cabeza menos gris. No es que no te prefiera, es que si me dieran a elegir te prefiero como siempre.
¿Alguna vez aguantaste tanto el aire y las palabras que casi parecías invisible? Así estoy, tratando de ser invisible, silenciosa, liviana. Ya traté de traerte de vuelta, le hice cosquillas a tus pensamientos pero no sirvió. Creo que necesitás que aguante el aire en silencio hasta que se te pase.
Cada paso puede llegar a ser un tropiezo, por eso ahora, además de silenciosa, me quedo quieta. ¿Cuánto faltará? No creo aguantar mucho más.
Esquivando mi mirada me decís que necesitás extrañarme… yo te vengo extrañando desde hace varios días.