Soy lo que ves, pero como no veo lo que ves... no sé cómo soy.
Aunque trate de darte a conocer cada maña, cada secreto, cada zona de combate destrozada y cada bandera de victoria, tu cristal es distinto. Me mirás con ternura, los ojos se te achinan un poco y entiendo que es ahí donde estás tratando de adivinarme.
Tengo muchas respuestas y me creo que guardo un enigma complicadísimo, uno que nadie puede descifrar. Sin embargo tu técnica sirvió. Ya empezaste a adivinar. Estás juntando las pistas que se me caen por descuidada y te reís del acertijo que me protegía. Estás empezando a entender de qué se trata ser yo antes de que yo misma lo entienda.
Te cuento de mí, de cómo me gustaría ser... te hablo, te recito, te actúo, y sin darme cuenta tus ojos empiezan a ver lo que yo no veo.
Quiero que me muestres qué descubriste abajo de este montón de historias desordenadas y remolino de adjetivos.
Mientras tanto espero. Inquieta.