viernes, 13 de junio de 2008

Sábados alegres, Domingos tristes


Por lo general los domingos lloro. Siempre hay una razón diferente, pero creo que el “día sagrado” me predispone a las lágrimas. Puede ser que el séptimo día represente el fin y eso me angustie. Puede ser que lo que antes solía ser un día lleno de ruidos y compañía hoy es silencioso y solitario. Pero la vida es un ciclo y ¡hasta los domingos cambian! Espero no estar programando inconcientemente un día para llorar en esta vida con tantos horarios para cumplir. Espero no encasillar nunca los sentimientos, dejarlos fluir como la brisa de este domingo. Dejarlos caer despacio y suaves como este atardecer.
Los domingos tengo los ojos hinchados y las pestañas mojadas. No es falta de sueño, es el derrumbe interno que suelo tener los domingos.

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